1 de mayo de 2013

EL ÁNGEL AZUL (1930)

El debut de Marlene Dietrich, cautivador y seductor, contrasta con la experiencia de Emil Jannings... una película estremecedora que marca el final y el nacimiento de una época en el cine alemán


    
Marie Magdalene Dietrich nació en 1901 en un barrio de las afueras de Berlín, Schöneberg.  La menor de dos hermanas, perdió a su padre a los seis años y no pudo ser adoptada por su padrastro, el aristócrata Eduard von Losch, quien falleciera en 1916 víctima de una herida de la guerra. La encantadora niña, amante del violín, la poesía y el teatro, fue apodada desde muy temprano 'Lena' y 'Lene', hasta que uniendo dichos sobrenombres con su primer nombre, quedó el definitivo 'Marlene'. Poco después de finalizado el conflicto, debutó como cantante coral en varios cabarets berlineses, fracasando en su intento de acceder a la academia dramática de Max Reinhardt, aunque sí consiguiendo entrar a trabajar a varios de sus teatros. Su debut en el cine ocurrió en 1922, en Así son los hombres. En ese mundo conoció a Rudolf Sieber, con quien se casó en 1923 y tuvo a su única hija Maria Sieber. Continuó apareciendo en escenarios teatrales de Berlín y Viena, pero sólo ocasionalmente en la pantalla grande, hasta que finalmente el gran Josef von Sternberg la convocó para uno de los papeles principales de El Ángel Azul, la bailarina Lola Lola, el rol que la hizo saltar a la fama definitiva. 
Es posible que Emil Jannings haya tenido algo que ver, tomando en cuenta que fue él quien solicitó al director abandonar temporalmente el mercado hollywoodiense y rodar algo para la UFA. Ellos ya habían trabajado conjuntamente en The Last Command (1928), película por la que Jannings obtuvo el primer óscar a mejor actor, mas en este caso el éxito popular del gran actor alemán se vio totalmente opacado por la joven actriz. La esbelta Marlene, sentada provocativamente con su sombrero de copa, las piernas entrecruzadas, y volteando el rostro hacia un costado con una mirada desinhibida, creó de ese modo una sensual pose que sería histórica, casi un símbolo cinematográfico. 
En la obra, Dietrich es una bailarina de tercera categoría de un club nocturno en un pequeño pueblo alemán, donde vive también un profesor de escuela secundaria, muy orgulloso de su cultura y conocimientos, a pesar de la monotonía de su vida. Además, no se limita a lo estrictamente académico, sino que está decidido a implantar los más sólidos valores morales a sus alumnos, por lo que entra en crisis cuando descubre las fotografías de Lola Lola en sus bolsillos, decidiendo ir el mismo al cabaret a encarar a la joven. Al final, terminará prendado de ella, y humillado por sus alumnos, abandonará la escuela para sumergirse en un mediocre mundo que será su perdición. A primera vista, la imagen de una femme fatale en Dietrich resulta ser lo más lógico, y en realidad no es del todo incierto, pero sus intenciones son efímeras. Ella quiere sólo entretenerse unos días con el profesor, no es nada calculadora y todo lo toma como diversión, pues la verdad es él quien cae por sí mismo, quizá agobiado por la represión sexual y una dilatada soledad. 
¿Realmente se dirige al club por una cuestión moral? ¿Acaso no está demostrando su deseo cuando observa fijamente la foto de Lola que acaba de arrebatar a uno de sus alumnos, intentando mirar por debajo del vestido retratado? Es un hombre que vive en su pequeño mundo, que se siente el gran maestro y que tiene todo el poder, al ser uno de los personajes más reconocidos. Dentro del mismo local nocturno, aún mantiene esa petulancia y orgullo al imponerse sobre el director del show y sobre aquellos que pretenden abusar de Lola. Sin embargo, cuando está frente al escenario su ego se derrumba, porque sabe en el fondo que toda ese gentío mediocre no siente admiración por él, no lo valora, posiblemente ni siquiera sepa quién es. Un burgués intelectual encerrado en unos principios que, equivocadamente, creyó se extendía a todos. Ya más adelante, esa frustración se agudizará cuando tenga que dedicarse a vender volantes entre los concurrentes y a hacer el papel de payaso... que es precisamente en lo que se ha convertido en la vida real.
Más allá del personaje, la misma actuación de Jannings no parece cuadrar bien con la nueva era sonora. Todavía se comporta como un actor de los días mudos, centrándose más en la expresividad y los gestos que en las palabras, pero ello no quita que su actuación sea brillante. Debemos aceptar que la voz de Dietrich cuando canta seduce a más de uno, y eso quizá refleja la genialidad de Von Sternberg: el profesor no es sólo ignorado por los espectadores del club, sino por quienes asistimos al cine. La desinteresada bailarina que sólo piensa en disfrutar de la vida, sin esperanzas ni ambiciones mayores, obtiene todo el interés del público. Por otro lado, el pueblo nos hace recordar un poco a El gabinete del Dr. Caligari (1920), con callejones intrincados y cerrados, produciendo una sensación de claustrofobia y de que estamos ante una última dosis de expresionismo. Algo similar ocurre dentro del club, cuyos ambientes siempre parecen estar copados, ya sea de personas o de cachivaches. Es un mundo cerrado, con escasos espacios abiertos, como la mente del profesor, así que de algún modo estamos ante una representación exterior de su propio carácter. Igualmente, no podemos dejar de estar tentados a pensar que el triunfo de la mediocridad sobre las buenas costumbres reflejaban también la decadencia de la Alemania de la primera postguerra y ya afectada por la Gran Depresión.
Finalmente, todo tiene que explotar. Ya convertido en un payaso en el sentido literal, habiendo perdido todo, el maestro explota y ataca al nuevo amante de su mujer, pero en ese momento no percibimos un odio contra ella o contra aquel, sino contra sí mismo... o contra todo. Surgen las remembranzas de El último hombre (1924) de Murnau, cuando el despedido portero se retira a morir a los lavados, aunque en esta ocasión no habrá piedad del director ni final feliz... y veremos una última patética escena, con el anciano aferrado al pupitre donde alguna vez fuera feliz con sus alumnos, exhalando su último suspiro. Un último suspiro de un hombre reprimido y conservador, un último suspiro de un tipo de cine... y un último suspiro de una sociedad alemana sumida en una crisis terrible y que estaba a puertas de abrirle las puertas al régimen más devastador de su historia...

    

País: Alemania
Director: Josef von Sternberg (1894-1969)
Género: Drama
Duración: 107 minutos
Reparto: Emil Jannings (Profesor Rath), Marlene Dietrich (Lola Lola), Kurt Gerron (mago), Reinhold Bernt (payaso), Edouard von Winterstein (director del colegio).